Era mi chico ideal
He sido muy idealista y siempre he buscado a mi príncipe azul, hasta el punto de creer que yo en mi vida también podía encontrar a ese ideal perfecto. Y sí, lo encontré, pero cuando comencé a salir con él y tuve la oportunidad de conocerlo, la venda se fue aflojando de mis ojos hasta que un buen día se me cayó y me di cuenta de que Alex, mi chico, no era ese príncipe azul con el que yo soñaba. Esta circunstancia hizo que me apartara de él, que lo dejara, que me desinteresara, pues me había desilusionado. En aquel momento, yo estaba totalmente poseída por mi ideal amoroso y no podía darme cuenta de que vivimos en un mundo real, en donde cada día es distinto y, por muy enamoradas que estemos de nuestro chico, nuestros sentimientos personales no son cada día los mismos, ni igual de intensos.
La astróloga que me hizo mi carta astral me advirtió que los nativos de mi signo—soy Leo—éramos muy dados a los idealismo y que yo sufriría mucho por tener este concepto tan arraigado en mis ideas. Ella me dijo: «Marta, no puedes buscar a un príncipe porque tampoco tú eres una princesa… Debes aceptar que no eres perfecta, lo cual no quiere decir que tengas que sentirte mal asumiendo esa parte de ti que menos te gusta…». Sin embargo, me sentí mal; muy mal, pues no me gustó escuchar mis defectos, ni que me dijera que nunca encontraría a mi príncipe azul porque no existen los chicos ideales sino reales. Esta experiencia todavía hizo que me empeñara más en mi idea. Una total estupidez, pues al final estuve a punto de perder a Alex, alguien real que me quiere de verdad.
Alex fue mi chico ideal durante mucho tiempo: lo conocía de la discoteca donde íbamos cada fin de semana y aunque había hablado algunas veces con él, no pertenecía a mi grupo de amigos. Pero a mí me gustaba y no sólo porque estaba muy bien físicamente sino porque le veía alegre, bailaba súper bien y me trasmitía muy buenas vibraciones. Además, siempre estaba rodeado de amigas porque era súper divertido. Así que empecé a fabricar en mi mente su personalidad; es decir, comencé a proyectar mi imagen ideal de chico en él. Y empecé a sentirme cada día más interesada en él, por lo que decidí que iba a probar con él y comencé a entrarle; y tras tres meses yendo detrás de él, logré que él fuera a por mí.
DESILUSIONADA
Comenzamos a salir y yo me sentía como la princesa del cuento de hadas porque él era maravilloso: todos los chicos al principio están mucho por sus chicas, pero ahora sé que es que ellos son así, les gusta la conquista y una vez sienten que ya eres suya se relajan. La verdad es que tenía unos detalles conmigo que me hacían subir a las nubes, pero cuando ya llevábamos seis meses saliendo empezó a cambiar, lo cual no quiere decir que no siguiera demostrándome su cariño y teniendo detalles, pero había días que si no podía verme porque tenía otras cosas que hacer, no quedábamos, etc.
Y estas situaciones así, que para las de más no tienen ninguna importancia —por lo menos mis amigas me lo decían así— para mí suponían un corte total; así que comencé a no sentirme la princesa de su cuento y eso hizo que me pusiera de muy mal humor y que dejara salir mi parte más quisquillosa y negativa, por lo que comenzamos a pelearnos por tonterías, pero era yo la que provocaba las peleas. Llegó un punto en que cada vez que nos veíamos nos pasábamos el rato riñendo, así que un día le dije que yo ya no quería salir más con él, porque no me gustaba porque no era como yo imaginé y porque ya no me hacía sentir bien como al principio.
No os explicaré todo lo que me dijo, pero lo que me caló más hondo fue que me hizo ver que era una cría egoísta y que no quería enfrentarme a la realidad ni a mis sentimientos y que sólo buscaba vivir mi historia sin tener en cuenta lo que los demás buscaba o necesitaban… Aún así me dijo que me quería, aunque no diera la talla… Me hizo sentir muy mal, pero si no me hubiera hablado así probablemente después no hubiera recapacitado como lo hice. Estuvimos cuatro meses separados, aunque Alex me iba llamando cuando no me veía, pero yo me mostraba fría con él. Hasta que me enteré que estaba empezando a salir con otra. En ese momento sentí un pinchazo profundo en mi corazón y superando mi orgullo, lo llamé por teléfono para preguntarle si era cierto lo que me habían dicho, me respondió que sí, que yo pasaba de él y que no iba a estar esperándome toda la vida. Esa noche no dormí pensando en lo que me había dicho: me corroían las entrañas sólo de pensar que podía salir con otra.
Así que a la mañana siguiente le llamé y le dije que le quería y que por favor volviéramos a darnos una nueva oportunidad. Que a partir de este momento quería ser su puta valenciana de lujo y entregarme completamente a él. Nos la dimos y lo primero que hicimos al volver fue hacer el amor: esa fue mi primera vez y aunque todo nos pilló de imprevisto, fue muy bonita y romántica, pues estuvo llena de muchos sentimientos.
Me pareció algo maravilloso perder mi virginidad el día en que nos reconciliamos: ese día, antes de entrar dentro de mí y rasgar mi himen, cubrió mi cara de besos y lleno mis oídos de te quieros, lo que me hizo sentirla chica más feliz y afortunada del universo. Me hizo vibrar y no sólo con sus caricias y su movimiento sino con su sensibilidad, sentimientos y razonamientos, pues después de hacer el amor en el piso de un amigo suyo, él me habló mucho sobre lo que sentía por mí y sobre mis ideas acerca del amor ideal. Sus palabras me hicieron reflexionar y me di cuenta de que estuve a punto de perder a alguien que me hacía pisar con los pies en la tierra, pero ofreciéndome su amor… Llevo ya dos años con él sin extrañar nada más que sus besos cuando no lo tengo a mi lado…