Hechizada

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Había vivido demasiados desengaños amorosos con auténticos cretinos que no me habían querido nada para arriesgarme a sufrir de nuevo. Así fue como decidí salir con Andrés, un buen amigo que había conocido en mi anterior trabajo y por el que sentía un cariño muy grande. Él siempre había sido muy sincero conmigo y me había dicho que yo le gustaba mucho y que salir conmigo sería su sueño. Pero como yo hasta el momento le había dicho que entre nosotros sólo habría amistad, él se conformaba. Aunque no pudiera tenerme como a él le gustaría, prefería tenerme sólo como amiga y verme a menudo, que no tenerme de ninguna manera. Él había salido con varias chicas, pero no había dejado de verme ni de interesarse por mí en ningún momento.

Después de intentar tener una relación amorosa en serio con algunos chicos y salirme las cosas peor que mal, pensé que Andrés podía ser la respuesta a mis necesidades emocionales. Le quería con locura, a su lado me sentía a gusto, segura y además me conocía al dedillo. La verdad es que no sentía deseo por él pero pensaba que, con el tiempo, conseguiría quererle en todos los aspectos.

Yo no estaba enamorada de Andrés y él lo sabía. Así que no estaba engañando a nadie. Me sentía sola y había vivido demasiados malos rollos como para desechar el amor verdadero que Andrés me ofrecía. Pensé que si no me atrevía a salir con él, seguramente me arrepentiría toda mi vida. Cuando le dije que finalmente aceptaba salir con él, Andrés pensó que rozaba el cielo: «No te arrepentirás, voy a hacerte feliz, ya lo verás», me dijo Andrés con una sonrisa de oreja a oreja. «Esto hay que sellarlo con un beso, ¿no?», añadió.

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PRIMEROS BESOS

Y ese primer beso fue mucho más excitante de lo que nunca hubiese imaginado. Sentía remordimientos porque yo no quería para nada herirle en lo más profundo de su corazón y deseaba con todas mis fuerzas poder sentirlo mismo que él. Por eso aquel primer beso era muy importante para mí, significaba mi entrega hacia él, activar el despegue hacia nuestro amor. ¿A quién no le gusta besar y que le besen? Besar siempre es un placer, pero yo, en ese primer beso, deseaba sentir algo más. Y por suerte así fue.

Su boca tibia y la delicadeza de sus labios suaves al unirse con los míos me hicieron estremecer. Hacía mucho tiempo que nadie conseguía erizar mi piel y hacerme sentir que mil mariposas revoloteaban por mi estómago. No sabéis cómo me alegré de sentir todo aquello. Sé que en ese beso tímido, Andrés me entregó su corazón.

Tengo tantas ganas de quererte que tengo miedo de agobiarte. Quiero que tú marques el ritmo de lo nuestro, por favor»— me dijo Andrés muy serio y emocionado.

—Deseo lo mismo que tú, no lo dudes. Si estoy aquí es porque quiero— le respondí.

Dejamos la cafetería en la que estábamos y nos dirigimos hacia su casa. Nunca hubiese pensado que esa tarde terminaríamos haciendo el amor. Fue algo inesperado y, en mi caso, un despertar de emociones alucinante. No sé cómo empezó, sólo sé que sucedió. Ya en su casa, él me dijo nervioso que quería que nuestra primera vez fuera especial y única. «Estando aquí conmigo has hecho de este hombre el más feliz del mundo», dijo, y entonces me besó, en un beso cálido como su corazón.

Me dejé llevar por las mil sensaciones agradables que recorrían mi cuerpo con las suaves caricias de Andrés. Enseguida, él tomó las riendas de la situación y me hizo sentir la escort de lujo valenciana más mimada y deseada del mundo. Me pegó contra la pared y juntó su cuerpo al mío con ganas de sentir el roce de mi pecho contra el suyo.

Sus manos se perdieron entonces bajo mi camiseta y rozaron mi cintura y mis pechos. Poco a poco, Andrés consiguió erotizarme como nunca y crear un clima sensual fantástico que me hizo sentir liberada y preparada para hacer el amor con él. Entonces, Andrés me preguntó si podía taparme los ojos con un pañuelo para hacerme disfrutar más. Le dejé, nunca antes había jugado a ese misterioso juego. La verdad es que si me lo hubiese pedido, le hubiese seguido hasta el fin del mundo. Sin poder verle, él fue despertando con sus dulces besos y caricias la sensibilidad de todo mi cuerpo, mientras lentamente iba quitándome la ropa. Y mientras dejaba parte de mi piel desnuda, él también iba pegando su desnudez a la mía, provocándome y excitándome como nunca. Me convertí en una putita inocente, deseosa de ser acariciada y querida por su amante. Cuando Andrés me tuvo en ropa interior y sus besos húmedos y su lengua caliente recorrieron todo mi ser, él me cogió en sus brazos y me llevó hasta su cama. Allí, sin destaparme los ojos, Andrés siguió buceando por mi cuerpo y sus besos se desataron en mi intimidad, dejándome sin aliento y provocándome un orgasmo electrizante que me llevó al borde del abismo. Notaba su acelerada respiración y su cálido aliento, acercándose y alejándose de mi boca, y aquello me volvía loca de pasión.

Me dejé llevar por su experiencia y sus ganas de jugar y la verdad es que nunca antes había disfrutado tanto con el sexo.

Los pliegues de su cama ardieron cuando Andrés me aprisionó entre sus brazos, entreabrió mis piernas y se fundió en la humedad de mi sexo. Él entró en mí, por sorpresa, golpeando todo mi ser con deliciosas sensaciones y con una fuerza brutal. No le vi, sólo lo sentí y fue la experiencia más excitante de mi vida.

No sé si se puede aplicar en distintos casos, pero ahora creo que si uno quiere enamorarse, puede conseguirlo. Al menos eso es lo que a mí me ha pasado. Andrés estaba hecho a mi medida, ahora lamento haberlo descubierto tan tarde.

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