Fin de año

Autor: | Publicado enDeseo sexual No comments

Hace ya unos años que se ha puesto más de moda que nunca que los universitarios organicen sus fiestas de fin de año. Yo formaba parte del comité de fiestas de mi facultad, —hago Historia del Arte—junto con otras dos amigas y, por tanto, nos ocupábamos de toda la organización de esta macro fiesta con los otros comités organizadores del resto de las facultades. Mi mejor fiesta, por eso, la viví hace dos años, pues conocía Sergio, el chico de mi vida. Era mi primer año en el comité de organización y fue la mejor recompensa que obtuve…

Aunque comenzamos a organizarla fiesta de fin de año desde mediados de octubre y ya desde ese momento entré en contacto telefónico con él, no lo conocí hasta el día de la fiesta, o sea, hasta nochevieja… Y el encuentro fue mágico y especial, pues aunque nos habíamos hecho súper amigos, no nos conocíamos y el choque que sentimos al vernos fue bestial. Bueno, lo mejor es que nos gustamos mucho más de lo que, quizá, habíamos pensando ninguno de los dos. Pero evidentemente tuvimos que romper en un momento todas las imágenes mentales que nos habíamos creado durante todo aquel tiempo. Bueno, podéis imaginar el proceso y lo que ocurrió cuando nos encontramos físicamente el uno con el otro, frente a frente. Yo, por supuesto, me había puesto mis mejores galas, como suele decirse, pues sabía que lo conocería y me sentía muy interesada en él. Con tal fin me fui de compras con mis amigas y me compré un vestido súper chulo, de color rojo/granate, largo y con escote generoso: tengo que confesaros que pasé un frío de narices y sólo dejé de sentirlo cuando estuve entre sus brazos y cuando lo sentí sobre mi cuerpo… Nos encontramos justo en la última campanada: él apareció frente a mí y mi corazón saltó, pues aunque nadie me había dicho que era Sergio, yo intuí que era él….

Fin de año

MÁGICA ATRACCIÓN

Como arrastrados por una fuerza especial, en aquel momento mágico en el que todo el mundo se felicitaba el año nuevo, fuimos el uno hacia el otro para confirmar que éramos quienes pensábamos. Y ya, después de esos besos de salutación, en donde sentí por primera vez el contacto con su cuerpo físico, empezamos a hablar y a reconocernos por nuestro tono de voz mientras nuestros ojos recorrían velozmente la fisonomía del otro: todo este proceso de reconocimiento ocurrió en segundos. Y tras éste, ambos volvimos a sentir el sentimiento que ya había surgido entre nosotros durante los meses anteriores. Fue maravilloso que nos gustáramos físicamente: yo tenía miedo de que pudiéramos desilusionarnos al vernos. Pero, por suerte, no fue así… Yo quería ser su puta. Su escort. Su chica para todo. Su puta de Valencia. Entregarme a ella.

Todo fue mágico, todo fluyó sin forzar ninguna situación, pero estaba cantado que entre nosotros iba a pasar algo más que un encuentro. Así que cuando en un momento de la noche, mientras estábamos bailando juntos, se acercó a mí y me dio un beso que no esperaba, supe que podía pasar de todo; aquella reacción impulsiva, inesperada, me atrajo un montón. También me gustó su forma de besarme, el movimiento de su lengua dentro de mi boca: y sentí que la excitación se despertaba en mi cuerpo. Me di cuenta que Sergio —como buen Aries que es— todo lo hace así, por impulsos, sin previo aviso. Por lo que en un momento dado, cogió mi mano y me sacó de la pista, llevándome hacia un rincón de la macro discoteca. Una vez allí, me dijo: «Rosa, eres la chica más bonita de esta fiesta. Estás preciosa con este vestido y mis ojos no pueden mirar hacia otro lugar que no sea tu cuerpo y tu boca… te deseo y quiero estar contigo». Yo me derretí con su pasión, sobre todo porque no me dio tiempo a pronunciar palabra, pues me cerró la boca con un beso que todavía caló más Profundamente en mí que el primero. Pero se beso hiló una cadena interminable de estos que me hicieron perder la noción del tiempo. En ningún momento pensé que Sergio quería enrollarse conmigo y luego, si te he visto no me acuerdo: la verdad es que no podía pensaren nada más que no fuera las sensaciones que sus besos y sus manos recorriendo mi cuerpo, me hacían sentir…

Terminamos en casa de un amigo con el que habían hecho un trato por si alguno «cazaba»: no me sentó mal saber esto, pues yo quería estar con él. Sabía que si iba a casa de aquel amigo, terminaría perdiendo mi virginidad con él, pero no me importaba: sentía que había llegado el momento de dejar de ser virgen porque sentía que estaba ante el chico perfecto, ante el chico que me hacía sentir segura.

Y a pesar de todo lo que dicen de los chicos Aries, Sergio está conmigo, a mi lado y sigue con el mismo entusiasmo que al principio: tampoco pasó de mí porque en nuestro primer encuentro yo me entregué a él. Cuando me llevó a la habitación, cuando me dejó sobre la cama y comenzó a quitarse la camisa, a desabrocharse el pantalón, yo sólo le dije: «Sergio, esta es mi primera vez, nunca antes he hecho el amor…». Me miró y sonrió, al tiempo que se inclinó sobre mí y besó mis labios con una sensualidad y ternura indescriptibles.

Luego, me dijo acercando su boca a mi oído: «Confía en mí, no te haré daño, no quiero hacértelo. Ya verás como todo sale bien».

Y sí, no me hizo daño, aunque sentí un pequeño dolor, pero cuando su pene entró dentro de mi vagina, noté una sensación tan especial que no puedo ni describirla, sólo sé que sentí que él era para mí; que su sexo y el mío estaban hechos para encontrarse, para amoldarse y acoplarse. Me hizo sentir toda su pasión, todo su fuego y no sólo en ese momento, pues al día siguiente me envió un ramo de rosas que sedujeron mi corazón y todo mi ser. Lo adoro desde ese instante y adoré perder mi virginidad con él.

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