Cumplir mi propósito

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Estaba obsesionada por un chico guapísimo de mi clase. Todas mis amigas estaban conmigo en que ese chico era un fuera de serie y, por tanto, alguien inalcanzable. Sin embargo, algo en mí me daba alas para pensar que algún día yo podría ser su amiga e incluso algo más. Me sentía como aquellas seguidoras, algo freak, que están enamoradas de un actor o de un cantante y mantienen la ilusión de ser algo en la vida de sus estrellas admiradas, aunque en realidad sepan que eso nunca pasará.

Pero esa sensación de cuelgue también me hacía ver que si aquellas fans tenían la ilusión por conocer a una estrella yo lo tenía mucho más fácil, pues podía ver a ese chico cada día y le tenía sentado a pocos metros de mí… Me auto convencí de que todo el mundo puede conseguir sus deseos si se lo propone firmemente.

El chico, Álvaro, tenía novia, eso lo sabía todo el mundo, sin embargo aquello no me detuvo en mi decisión de, por lo menos, intentar acercarme a él. Él, por supuesto, no tenía ni idea de que yo estaba colada por él. Pero un día, él mismo me trajo la forma ideal para que me acercara. Vino a clase preguntando si había alguien que estuviese interesado en hacer teatro en su grupo amateur. Por lo visto habían habido algunas bajas en el grupo y necesitaba urgentemente actores para poder seguir con la obra prevista. Tuve la gran suerte de que a nadie en nuestra clase le apetecía actuar ¡excepto a mí! Así, le dije que estaba muy interesada y tenía muchas ganas de hacer de actriz, algo que siempre había deseado—era mentira, claro—.

Cumplir mi propósito

APRENDIENDO A SER ACTRIZ

Empecé unas clases aceleradas de interpretación con Álvaro como adorable profesor particular  en sólo dos semanas me enseñó todo lo necesario. Tuve la suerte de que el papel de la prota estaba vacante y él, que hacía de coprotagonista, tenía que compartir muchas escenas conmigo, incluso una con beso. Todo estaba a mi favor… Estuvimos ensayando juntos muchas tardes y noches seguidas y enseguida nos cogimos mucha confianza. Él descubrió en mí a una colega ideal para trabajar y así me lo confesó. Nos sentimos muy unidos al amparo de un proyecto en común y la verdad es que juntos nos divertimos como nunca. Yo pensé que si no sucedía nada entre nosotros ya era igual, pues me lo estaba pasando en grande con Álvaro. Por eso me sorprendió tanto lo que sucedió la noche de nuestro ensayo final…

Una vez el grupo ya se había ido a casa, después de varias horas de duro ensayo, Álvaro y yo nos quedamos solos. Fue él quien sugirió repasar de nuevo la escena en la que tenía que darme un corto beso en los labios y entonces, de la manera más sorprendente, la pasión se desató entre los dos. Los dos tuvimos el deseo de alargar ese beso: «eso hay que repetirlo, que no me ha salido tal y como yo quería», dijo Álvaro guiñándome un ojo de forma sexy. Nos enredamos entonces en un beso largo en el que él buscó con su lengua hacerlo aún más intenso. Los brazos rodearon nuestros cuerpos y los dos nos unimos en un abrazo súper íntimo. La oscuridad de la sala de ensayo, el silencio que reinaba en el lugar… todo creó el marco perfecto para que los dos nos atreviéramos a amarnos.

La ropa voló y nuestros deseos empezaron a despertar con unos besos que, poco a poco, llenaron toda nuestra piel. Los brazos de Álvaro eran fuertes, pero toda esa fortaleza se convirtió en delicadeza cuando sus manos empezaron a perfilar la silueta de mi cuerpo. Él empezó a «caminar» por mi piel siguiendo un trayecto súper sensual en el que me hizo disfrutar a tope. Simplemente cerré los ojos y me dejé arrastrar por las placenteras sensaciones que estaba descubriendo. Álvaro empezó a besarme por todo el rostro para bajar por mi cuello y detenerse en la piel de mi escote con calientes y húmedos besos. Estrechó su pecho desnudo al mío y nos mantuvimos así un buen rato. Siguió acariciando mi cintura y cuando llegó a mis caderas, me tomó con fuerza, me levantó y me cargó en su espalda para trasladarme a un rincón donde había unas mantas donde tumbarnos cómodamente. Los dos estábamos disfrutando como locos, pero no nos atrevíamos a decirnos nada. Era como si la confianza que nuestro cuerpo había destapado no la hubiese digerido aún nuestras mentes. Tapamos ese silencio con besos y mil besos.

Él me dejó apoyada en las mantas y se reclinó sobre mi cuerpo. Dibujó durante mucho rato, con suaves masajes, mi ombligo, excitándome enormemente y despertando toda mi sensibilidad. Álvaro bajó entonces mis braguitas suavemente y masajeó con dulzura el vello de mi pubis para, a continuación, besarlo con suavidad. Siguió deslizándose por mi intimidad y finalmente se detuvo en la entrada de mi sexo y lo acarició con suma ternura, mientras seguía mirándome a los ojos con intención, buscando mi respuesta al placer. Yo era su escort de Valencia en un momento intensísimo y muy hermoso.

Finalmente, tras colocarse un preservativo, él vino a mí con fuerza y tras separar con suavidad mis muslos, se perdió en mi intimidad. Fue una entrada algo brusca y directa, pero que no dolió en absoluto, al contrario, sentir su sexo erecto entrar con tanta fuerza en mí, me produjo tal placer que me descontroló y me hizo gritar como una posesa. Él despertó mi placer y mi libido dormida. Nunca hubiese pensado que un chico tan guapísimo como él se fijaría en mí ni que dejaría huella en mi piel y en mi vida. Álvaro lo hizo durar y se movió. por mi interior con fuertes embestidas, y se acercó a mí para buscar de nuevo mi boca sin cese. Él puso el control y me acercó a un placer sexual hasta el momento, sólo soñado e imaginado. Fue alucinante.

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