Noche de concierto

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Vivo en un pueblo pequeño donde nunca pasa nada ni aviene gente interesante, donde tenemos que esperar un montón para que lleguen las pelis de estreno y donde, desde luego, nunca hay conciertos de música de primeras figuras, bueno, ni que no fueran primeras figuras, porque, sin desmerecer a nadie, sólo vienen grupos a tocar durante la fiesta mayor. O sea, que tal vez hubiésemos visto a David Bisbal cuando estaba en su primera orquesta, Expresiones, y gracias, pero jamás como lo que es ahora, un cantante famoso y súper reconocido. A éstos, ni les hemos olido por aquí.

Por eso, cuando quieres ver un buen concierto, tienes que irte a otra ciudad. Este verano yo me moría por ira un concierto de Carlos Baute, ¡me encanta! se me eriza la piel con sus canciones y lo encuentro súper sensual y muy cañero. Total que tuve suerte y tocaba en Villagarcía, lo que no es que esté al lado de donde yo vivo, pero bueno, con el coche tampoco es que quede en el fin del mundo. De mi peña, fuimos cuatro los que nos apuntamos a ver el concierto, entre ellos, el chico que me gustaba, Pipe.

ÉXTASIS TOTAL

No es por ir de nada, ni de sanota ni de nada, pero no entiendo a la gente que necesita meterse de todo para flipar. Yo me flipo ya con la buena música y con la de Baute me flipé que te pasas. Fue ¡¡¡genial!!! Estuve bailando como una loca. Pipe, al ver cómo me movía, me decía riendo que se me iba a salir el piercing del ombligo de tanto contornearme, pero es que esa música me enciende la sangre, es como si se apoderara de mi cuerpo y entrara en un trance absoluto en el que sólo siento el ritmo y el calor de la música. Cuando se produce esta química es mágico y me transformo totalmente. Además, había momentos en los que tenía la sensación de que la gente de mi alrededor se desvanecía en el aire y nos quedábamos Carlos —perdonad la confianza, pero es que lo siento tan mío…— y yo, y que él me cantaba mirándome directamente a los ojos. Bueno, disfruté muchísimo y creo que fui la última en salir de allí, ¡¡¡fue un éxtasis total!!!

La cuestión es que el chico que conducía se emocionó demasiado pero en la barra del bar, así que estaba demasiado pillado para llevar el coche, al menos en mi opinión. ¡Menudo marrón! No había nadie más que pudiera conducir y aunque mi colega decía que no pasaba nada, que él controlaba, yo dije que no me subía al coche. Los demás me dijeron que era una exagerada y que otras veces había conducido peor. Bueno, a mí me daba lo mismo, pero yo no me jugaba la vida por ir de guays. Yo les dije que me quedaba y que ya me buscaría la vida. Pipe decidió quedarse conmigo para «cuidarme», aunque estaba igual de perdido que yo, pero bueno, dos es mejor que uno, y más si el otro es un bombonazo del quince. Llamé a mis padres y, aunque se asustaron por la hora y pensaron que nos había pasado algo con el coche, les conté por qué no volvía en ese coche y lo comprendieron. No les volvía locos la situación, pero vieron que había tomado una decisión responsable y no dijeron nada.

No conocíamos mucho la ciudad, así que empezamos a andar para ver qué encontrábamos. Hoteles no, porque no teníamos mucho dinero ni llevábamos una tarjeta de crédito, o sea, estábamos un poco bajo cero, ya me entendéis. Al final, dimos con una pensión que no parecía estar mal. A esas horas tampoco estábamos para escoger mucho, así que, entramos, pedimos dos habitaciones y cuando nos dijeron el precio, decidimos dormir en una sola, porque íbamos a tener justo para el coche de línea y ya veíamos que ni desayunaríamos al día siguiente. Vamos, fatal…

En cuanto entramos en la habitación, nos partimos de la risa. Eran casi las cuatro de la mañana, estábamos que no nos podíamos ni lavar los dientes y más perdidos que para qué, pero… estábamos juntos. Con los nervios detenerle tan cerca a mí se me disparó la lengua y no paré de decir que si tal y cual del concierto, que qué guapo Baute, qué bien cantaba, que si me había encantado cuando cantaba Sé que estás con él…

Noche de concierto

TÓCAME

Entonces, Pipe me dijo que a él la que le gustaba era Tócame y se puso a cantármela en plan seductor: «ven, ven, tócame, suavecito, despacito, al derecho y al revés. Mira, ven, ven bésame por arriba y por abajo…» y entonces empezó a besarme el cuello y poco a poco, con sus manos, iba recorriendo todo mi cuerpo. Pegó su cadera a mi cadera y muy despacito se iba moviendo como si bailara, haciendo subir mi temperatura más y más… Yo me sentía una puta de Valencia, bueno, mejor dicho una escort de Valencia.

Con las manos iba desabrochando mi blusa hasta liberarme de ella y entonces dejó que su lengua se perdiera por el canalillo de mis pechos. Dejé escapar un gemido de gusto y, entonces, Pipe me preguntó si quería hacerlo. Yo le dije que ¡qué pregunta! pero también quise saber si llevaba preservativo. Tenía, así que ¡sin problemas! Nos dejamos llevar por nuestra pasión. Nos quitamos la ropa en un santiamén y nos metimos bajo la sábana para recorrer de arriba a abajo nuestros cuerpos con las manos, con la boca, con la lengua…

Cuando no podíamos resistir ya más la urgencia de unir piel con piel, Pipe se puso el condón y, con cariño, se colocó sobre mí y me penetró, primero muy despacito, esperando a que yo lubricara más y más para no hacerme daño, después, con fuerza, buscando junto a mí la esperada recompensa, ese placer que nace de lo más hondo de ti y se apodera de cada milímetro de tu ser, te eriza la piel y te hace vibrar como nunca por dentro…

Fue genial, aunque me hubiera gustado que se quedara sobre mí para siempre, tuvo que sacarse rápidamente lo que ya sabéis, no era cuestión de tener un susto… Pero luego, después de las «maniobras preventivas», se volvió a tumbar a mi lado, y estuvimos mucho rato hablando y besándonos. Fue una noche mágica en la que Pipe pasó de ser el chico que me gustaba a mi chico. Al volver al pueblo, nos contaron que nuestros amigos habían tenido un piño con el coche, nada grave pero todo ¡¡¡ por su mala cabeza!!!

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